Por muchísimo tiempo se ha discutido sobre cuál comportamiento es "normal" o "anormal" en la sexualidad humana, y bajo ésa óptica es que se han creado desde categorías diagnósticas para englobar como patológico una actividad sexual, hasta categorías mas populares como "desviado", "contra natura" y otras.

La verdad del caso, es que si hay algo a lo que los estudios en sexología han llegado a ser concluyentes, es que no hay una conducta que se pueda denominar como "normal" , debido a la enorme subjetividad que el concepto en sí mismo implica.

Bajo ésta óptica lo normal es todo aquello que yo practico, y lo que yo no haga...  pues es anormal.  Si yo practico sexo oral y una persona me comenta que lo practica, pues pienso que está bien; caso contrario si no lo practica, me voy a preguntar ¿y por qué? ¿que tiene de malo?, "si es tan normal..."

 Las experiencias vividas, y el cómo se hayan incorporado en la personalidad y la identidad tanto psicológica como sexual, son las que influyen en el concepto de normalidad. Por tanto, cualquier juicio que se emita por el comportamiento de otra persona, proviene de la misma subjetividad, pues es el equivalente a decir "pero eso yo no lo hago".  Lo importante es comprender que el hecho de que yo no haga algo, no implica que lo que la otra persona haga, sea necesariamente malo, simplemente porque no es de mi agrado.

Hoy por hoy, es necesario entender más que nunca, que la diversidad es la norma.




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En la psicología, la psiquiatría y la sexología, un tema de frecuente análisis y revisión es el empleo de los términos con los que nos referiremos a los problemas que las personas enfrentan. Es acá, donde el uso y el empleo del lenguaje forman una parte trascendental en el quehacer del científico en ciencias de salud.

Tenemos el ejemplo de Carl Rogers, quien pasó a denominar como "clientes" a quienes tradicionalmente eran concebidos como "pacientes", lo que implicó una situación no solo de igualdad en el trato de las personas, sino también la posición de la contratación de un servicio profesional, razón por la cual, el cliente debía ser tratado de esa forma, con todo el profesionalismo.

Cuando entramos en el campo de la sexología, se nos enseña que el lenguaje debe ser descriptivo de la conducta y no valorativo, para no caer en patologizar el comportamiento de las personas. Es así como entraron en discusión  términos como "normalidad", "salud", "enfermedad", "patología", "parafilias", "degeneración", etc,  que son en el fondo palabra que llevan algún tipo de connotación favorable o desfavorable, y que llevan a la persona, y a su terapeuta, a ubicarle en algún contexto de salud o enfermedad.

Los términos, con el paso del tiempo, se han ido perfeccionando, y deben seguir perfeccionándose, tal es el ejemplo que narraba la excelente sexóloga Esther Corona en su visita a Costa Rica, cuando mencionaba que no debía existir la "frigidez", ya que las mujeres no son refrigeradoras. Tampoco se habla de "eyaculación percoz" como tal, sino "Disfunción del control eyaculatorio", y las satanizadas parafilias, ahora son "expresiones comportamentales de la sexualidad"

El punto acá, es que como bien planteaba el sexólogo Juan Luis Álvarez-Gayou, el hecho de emplear una lingüística que no sea calificativa, sino mas bien descriptiva, permite al sexólogo tener una idea más clara de lo que su consultante le presenta, y es así, como libre de perjuicios, se puede hacer lo mejor por la persona, en lugar de causar un perjuicio.


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Articulos elaborados por Galo Guerra, Psicólogo y Sexólogo. Con la tecnología de Blogger.