Para muchas personas en la sociedad, el tener pareja pasa a ser un estado en el que "se debe priorizar a la pareja por encima de las otras áreas de la vida". Por lo menos ésa es la idea que muchas personas sostienen, pero que sea una idea de muchos, no quiere decir que sea la más apropiada.

Revisando recientemente el libro de Sexoterapia Integral, de Juan Luis Alvarez-Gayou, repasaba el concepto de los "Tres Mundos" de los que una pareja debe hechar mano para poder existir de una manera más saludable.

La posición del autor es que cada pareja tiene tres distintas dimensiones de existencia a las que denomina "mundos" e implican: "tu mundo", "mi mundo", y "nuestro mundo". La idea  fundamental es que cada relación de pareja es constituída por dos individualidades, mismas que deben de seguir existiendo a lo largo del desarrollo de una relación con otra persona.

Una persona, no por tener pareja, debe de excluir de su vida a sus amigos y dejar de verlos, o a su familia, todo lo contrario, debe permanecer en contacto con todas las personas significativas, por el bien de la pareja. 

También deben sostenerse los tiempos individuales, y las salidas recreativas sin la otra parte de la pareja, ya que ello permite que los gustos personales se mantengan. No hay que perder de vista que las individualidades fueron casualmente, lo que se encontró atractivo entre ambas personas, es por ello que no tiene sentido cercenar la existencia de las mismas, precisamente para poder fortalecer el vínculo de atracción y amor dentro de la pareja.

Cuando las personas caen en el error de limitar a su pareja, solicitándole que no vea a una amistad, que no salga a cierto lugar, que no visite a la familia, y demás acciones por el estilo, es cuando los mundos de la pareja comienzan a desequilibrarse y se anticipa fácilmente que habrá problemas a futuro.

Algo en lo que las personas deben enfocarse en aprender, es a balancear apropiadamente las individualidades y la pareja, precisamente para poder lograr relaciones mas estables y duraderas en el tiempo.







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Un tema que en décadas recientes ha levantado muchas discusiones es el tema de las identidades sexuales, su origen, naturalidad, "normalidad", relación con la moral, acepción social, etc. Dentro de dicha gama de identidades sexuales se encuentra la bisexualidad.

Una de las primeras cosas que llama la atención al respecto, es que en la modernidad se trata como si fuere un tema moderno, y producto de la época e ideologías contemporáneas; cuando en realidad, basta con remontarse a la historia, y encontraremos que a lo largo de los tiempos y de todo el desarrollo de las sociedades, las personas bisexuales siempre han estado ahí. Lo que ha variado no es la existencia de los mismos, es la forma en que las sociedades les perciben.

Cuando uno revisa histórica y sociológicamente las prácticas comunes de civilizaciones antiguas, pues encontramos que los antiguos griegos consideraban no solo normal, sino apropiado que un adolescente varón fuera amante de un hombre mayor, y preferiblemente considerado sabio, pues se creía que en el semen se podía transmitir la sabiduría.

En la antigua Roma, en las práctias de orgías que eran frecuentes, la sexualidad se tenía con diversas personas, no importaba su sexo, sino mas bien si era atractivo/a para la quien le deseaba.

En contraparte existen culturas donde la atracción por el propio sexo es no solo indeseada, sino también que es penalizada, e incluso hoy día castigada con pena de muerte si es demostrada.

Como se ve, lo que ha cambiado es la percepción social, no la existencia de la bisexualidad.

La bisexualidad se entiende como la atracción que experimenta una persona por ambos sexos por igual, y ello incluye la posibilidad de establecer relaciones amorosas, sexuales y afectivas, con otra persona, indistintamente de su sexo biológico. Ello implica sentir el mismo nivel de atracción tanto por hombres como por mujeres.

 Al respecto, la comunidad científica se ha encontrado divida sobre los orígenes de la bisexualidad, en cuanto a si se nace con ella, o se adquiere, y simplemente diré la respecto que no hay estudios concluyentes hacia ninguno de los dos lados. Pero ello es irrelevante para los fines de éste articulo; el punto es que la persona bisexual ES bisexual, o sea que indistintamente del origen de la misma, en el momento presente de su vida, siente como ser humano, un nivel de atracción idéntico por ambos sexos.

En una sociedad moderna, que ha definido la heterosexualidad como norma, muchas personas bisexuales, se han sentido en la obligación de tener que definirse hacia alguno de "ambos bandos" el homo o el heterosexual. Ello genera ansiedad, temores, expectativas catastróficas en algunas ocasiones; ante el juicio social al que se van a exponer. Y entenderse a sí mismos muchas veces se vuelve una tarea ardua, dado que tienen que luchar internamente con muchas reglas sociales que ya han sido interiorizadas.

Alfred Kinsey, pionero de los estudios formales de sexología, desarrolló una escala (conocida como Escala Kinsey) en la que estableció las identidades sexuales como un continuo y no como dos opciones. En cada extremo puso una orientación sexual extrema, la heterosexualidad de un lado y la homosexualidad al otro, y en el centro de las mismas a la Bisexualidad.

La idea de dicho autor, basado en amplias investigaciones, es que la identidad sexual tiene diferentes matices y no solo dos o tres como socialmente se cree. Es decir que se puede ser heterosexual y sentir atracción por alguien del propio sexo de forma ocasional, y viceversa, ser homosexual y sentir atracción por alguien del sexo opuesto de forma ocasional.

Como en el centro del contínuo se encuentra la bisexualidad, el autor la definió como el comportamiento o conducta de atracción por el sexo masculino en 5 de cada 10 ocasiones y por el sexo femenino en 5 de cada 10 ocasiones. Como diría Aristóteles "el justo medio".

No debe entenderse nunca, que son personas que no se han definido, que están indecisas, que no saben lo que quieren, y demás prejuicios sociales que existen alrededor de ellos/as. Por el contrario, la bisexualidad es una identidad sexual claramente definida.

Entonces, para quienes sienten que sus gustos heterosexuales de pronto están "cambiando", no es de preocuparse ni de sentirse obligados a mantener la heterosexualidad como norma, es posible que dentro de la gran variedad de identidades sexuales se encuentren identíficandose con una que no es la extrema, y una posiblidad de tantas que existen es la bisexualidad.













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Articulos elaborados por Galo Guerra, Psicólogo y Sexólogo. Con la tecnología de Blogger.